La capacidad de trabajo está  directamente relacionada con la calidad de la alimentación que impacta en forma silenciosa pero perceptible si sabemos mirar. 

 

La alimentación es uno de los factores que  condiciona el desarrollo físico e intelectual de las personas, también determina el estado de salud, bienestar,  rendimiento y productividad de los  individuos. Es bien sabido que una persona que está mal alimentada, ya sea por déficit o por exceso, encontrará dificultades para rendir en su rutina diaria. Una alimentación monótona, repetitiva o carente de algunos nutrientes predispone a enfermedades y  causa síntomas físicos y emocionales. Cansancio excesivo, falta de reflejos, somnolencia, apatía, desgano, bajas  defensas, baja resistencia,  sobrepeso, son algunos de los más comunes.

En marzo de 2011 las organizaciones de la sociedad civil latinoamericana solicitaron a la Asamblea  General de las Naciones Unidas declarar a las enfermedades crónicas no transmisibles (cardiovasculares, cáncer, diabetes y crónicas respiratorias) como las principales amenazas para la salud humana. Las cuatro combinadas  causan la mayor  combinación de muertes y  discapacidad  mundial, por lo que representan un tema grave de salud pública y constituyen una emergencia sanitaria global. La reunión estaba prevista para setiembre, aun no han informado formalmente sobre el tema.

El problema

Los trabajadores actualmente enfrentan  jornadas laborales de 8  horas como mínimo, por lo que hacen entre 2 o 3 comidas del día fuera de su casa. Comer salteado, apurados y en deshora es hábito. La comida grasosa, muy condimentada, el exceso de café y refrescos son compañía para muchos. En algún momento, estas costumbres afectan al sistema digestivo causando gastritis, acidez, estreñimiento entre otras. También colesterol alto, accidentes cardiovasculares que a veces asustan  y otras no avisan, sumados a la falta de energía que no es perceptible en forma aislada y que  acumulada genera un cansancio permanente que no remite con la pausa del fin de semana son consecuencias de la mala alimentación en el trabajo.

Te dejo algunas soluciones: 

Si hay donde conservarla, preparar  una vianda para llevar al trabajo, quizás con una porción de la cena del día anterior. Dejarla lista de la noche anterior en un recipiente adecuado para aprovechar esos minutos de sueño a la mañana es una buena estrategia. Cocinar en casa lleva tiempo, pero ofrece un resultado fresco y conocido. Si la vianda no es una opción, tener a mano un local de confianza para comprar comida lista es indispensable. Mirar que los alimentos se preparen en el momento, que lo que necesita ser refrigerado esté en la heladera, evitar los alimentos que se exponen a temperatura ambiente y en contacto con el público son aspectos a considerar.

Buscar  variedad en los platos es fundamental, para no generar aburrimiento y optimizar la combinación de nutrientes. A mayor variedad, mejor calidad de alimentación. El comité de expertos en Nutrición del MSP recomienda incluir  todos los grupos de alimentos en las comidas diarias. Platos  a base de verduras, cocidas si la higiene y manipulación no generan confianza y demás alimentos preparados a la plancha, vapor u horno. Cambiar el refresco diario por agua. Si el plato demora es preferible pedir una ensalada o tomar una sopa antes de comer antes de sucumbir con la panera con el aderezo de mayonesa o manteca. Dejar los lugares  de comidas rápidas para ocasiones especiales  y  mirar el menú antes de entrar a un lugar nuevo son medidas útiles para ir cambiando los hábitos.

No existe una única dieta perfecta, dicen los expertos, una sola comida no puede aportar lo que el organismo necesita por jornada. Pasar el día con infusiones y alguna galleta para comer hasta más no poder en la cena, es contraproducente para el cuerpo, la mente y en definitiva también para el alma.

Elegir alimentos de fácil digestión,  las comidas muy grasosas dan sueño y pesadez estomacal que piden más una siesta que volver a la oficina. Si los horarios para comer en el trabajo no son fijos, tener a mano una fruta, cereales, un jugo, un yogur o una sopa son opciones que permiten acortar el tiempo entre una comida principal y otra y nos mantienen alertas.

Si el tiempo para  hacer actividad física no alcanza, disminuir el tiempo sentados, levantarse para comentar un tema a un compañero en vez de mandar un mail o hablar por el sistema de comunicación interno suma. Si es posible usar escaleras el lugar de ascensor y si el tiempo lo permite salir a respirar aire libre  optimiza el tiempo de descanso. Aprovechar la hora de la comida para desconectarse, intentar no hablar de temas laborales ni de temas conflictivos recomiendan los especialistas en comportamiento organizacional. También comer al aire libre permite  volver más renovado al  puesto de trabajo.

Está claro que atender la alimentación en el trabajo es altamente redituable para los individuos, y sino, implementar cambios y medir los resultados en forma casi inmediata. Pero considerar este aspecto como una inversión es una actitud inteligente. Mejorar la salud de los trabajadores  potencia el rendimiento, mejora la productividad,  reduce la rotación y ausentismo  de los equipos. Los costos en planes de asistencia sanitaria y en indemnizaciones por accidentes de trabajo y por discapacidad disminuyen en forma significativa. Ya no debiera considerarse un beneficio extra.

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Luciana Lasus.