Rompiendo reglas y aprendiendo con ustedes

Supongo que con la experiencia fui construyendo mis propios conceptos, flexibilizando mandatos que recién salida de facultad parecían verdades absolutas y por lo tanto cambiando mi visión de los alimentos, nutrientes sus usos y contraindicaciones. Hoy siento que no hay conocimientos nuevos sobre el tema y que quizás por estar en los medios de comunicación hace 15 años es cómo repetirles siempre lo mismo. Así que en este post comparto con ustedes algunas ideas recientes sobre los asuntos de siempre.

Aprendí que para cambiar los hábitos primero conviene conseguir resultados, si de bajar de peso se trata y que la relación con la comida trasciende las paredes de un consultorio y recomendaciones profesionales. Así que actualmente y alejada de la consulta y más cerca de las personas reales creo en romper algunas reglas !

Si antes solo recorría las góndolas exteriores de un supermercado, porque ahí se disponen generalmente los alimentos menos industrializados, entender que dentro de ese perímetro también hay opciones para elegir y combinar que pueden solucionar en forma razonable la alimentación familiar está bueno. Fresh is best, pero no la única opción. Ahora digo convencida que lo importante es que hayan frutas y verduras en la mesa, y que a veces comprar congelado puede ser una solución a las  faltas de estación y cambios de precios. 

Otra  regla a romper tiene que ver con la importancia de las cantidades de alimento que incluimos en las comidas, es decir que si sabemos ajustar las porciones podríamos comer chocolate todos los días sin engordar o enfermarnos, porque incluso el hecho de tener el título de saludable o bajas calorías lleva a la gente a consumir más que del alimento original. El conocimiento científico es dinámico y reconocerlo nos hace más críticos pero más realistas, especialmente cuando todos necesitamos comer más de una vez al día.

Los niños son esponjas, absorben el conocimiento en forma intuitiva, respetan y escuchan si se les atrapa con el tema y ahí está el punto, si aprenden sobre los alimentos desde la primera infancia tienen más posibilidades de elegir mejor. No es cierto que eligen solo por la publicidad y los premios que puedan ofrecer algunos alimentos, piensan, entienden  e imitan. Cuando no era madre y educaba en jardines y escuelas allá por  1998 con un rotafolios abajo del brazo lo presentía, hoy lo se con certeza. Se sorprenden cuando les cuento que la obesidad es una pandemia y que más de 128 millones de niños pasa hambre en el mundo, pero aún así y teniendo  todas las posibilidades económicas, no desayunan o llevan todos los días la misma merienda a la escuela. Por lo tanto, sin subestimarlos creo que tenemos la obligación de enseñarles y elegir bien para ellos para asegurarnos que sepan elegir con coherencia cuando tengan la oportunidad. 

También siento que sentarse a la mesa alrededor de la comida, sin otras ¨distracciones ¨ más que los cuentos que tengan los que nos acompañan es un privilegio, si no se puede a diario, aunque sea algunas veces. La comida se comparte y se disfruta para tener una relación ¨fluída¨ y positiva con ella porque esto seguramente prevenga trastornos de alimentación, sobrepeso y otras . 

Finalmente, una afirmación totalmente empírica pero no menos valiosa, en los tiempos que corren de inmediatez, viralidad, light y corridas permanentes estar contentos, valorar lo que tenemos y disfrutarlo es casi más importante para la salud que bajar el colesterol.